lunes, 24 de marzo de 2014


Sobre budismo, bonsái y otras cuestiones


Muchos de nosotros hemos leído acerca  que el bonsái nació en China hace más de dos mil años por monjes taoístas, que después pasaría a Japón y finalmente gracias a las exposiciones universales de finales del siglo XIX realizadas en Inglaterra y Francia, occidente conocería el “arte” de hacer árboles en miniatura.
Monje Taoisata
Pero considero importante escribir estas líneas acerca de la relación del bonsái con la filosofía oriental, en especial, el budismo, pues ahora, gracias al internet, muchos aficionados y maestros trabajan y propagan sus técnicas y enseñanzas, dictan demostraciones alrededor del mundo, pero olvidan lo que tal vez sea el aspecto más importante del bonsái, me refiero al simbolismo, a la polisemia, a lo que representa en una sociedad donde el desarrollo mental se superpone a cualquier hobby occidental, moda, o película, que infunden en nosotros el intento del hombre por creer, superficial  y banalmente, que solo por un instante, tal vez brevísimo instante, podemos al fin, dictarle caminos a la naturaleza.
Comencemos  primero por lo primario que es el natural comienzo dice Aristóteles en su Poética.
 Se dice que el bonsái surgió como una práctica de los monjes taoístas, monjes que arriesgaban su vida en acantilados para la obtención de un árbol que por condiciones naturales ha crecido en la adversidad, ¿Qué buscaban en estos árboles? ¿Qué tiene que ver esto con el budismo, el taoísmo, el jainismo, etc.? ¿Cuál es la relación? ¿Qué importancia tiene en el desarrollo espiritual? ¿Es verdaderamente un arte, o sólo es un ejercicio que te permitirá centrar la mente? ¿Por qué Japón adoptó con mucha fuerza el arte del bonsái?
Para responder a estas preguntas es inevitable conocer un poco la historia del budismo, pues es la religión-filosofía más extendida en Japón, en específico la historia del buda histórico, la vida de Sidharta Gautama. No relataremos aquí de una manera profunda, crítica y detallada esta historia, pues su simple descripción ameritaría un libro completo, como en realidad existen muchos, pero si hablaremos de algunos puntos importantes que nos lleven a entender cuál es la relación entre budismo y bonsái.

Sidharta Gautama alrededor de los años 350 al 500 a. de c. (la fecha de su nacimiento, así como la de su muerte es todavía incierta), se sentó debajo de un árbol, un ficus religiosa o higuera como comúnmente se conoce, y después de una larga peregrinación con grandes maestros y ascetas decidió no levantarse de aquel árbol hasta encontrar la iluminación, el nirvana y convertirse en buda.

Cuando por fin alcanza la iluminación después de vencer a Mara, lleva a cabo uno de los actos más importantes dentro de su vida como el nuevo  buda, decide compartir su conocimiento y fomentar el concepto de la compasión,  comienza entonces lo que ahora conocemos como “Budismo”.
El Budismo es una mezcla de filosofía y religión que pronto se extendió a India, llegó a China, el Tíbet, y luego a Japón, actualmente el budismo se práctica en Corea, Vietnam, Tailandia, Taiwán y en casi todos los países del mundo. Al igual que cualquier filosofía o religión posee una serie de prácticas y conductas hacia el individuo, marcadas principalmente en lo que se conoce como “las cuatro nobles verdades” y “el noble óctuple camino”.
Sidharta Gautama
Tal vez, para nosotros, los “occidentales”, nos resulte un poco confuso comprender cada uno de estos conceptos, pues casi siempre la concepción del mundo y la realidad es totalmente inversa, para el budista, la infelicidad existe, pero esta infelicidad tiene remedio, y se trata del desapego de las cosas, la eliminación del deseo y la fijación de la mente. Para nosotros, la felicidad se busca mediante la obtención de objetos y bienes materiales.
Buda significa, “el iluminado”, el que ha abierto los ojos, el que ha visto las cosas tal y como son. Ya hemos mencionado que no abordaremos con profundidad estos temas que sin duda son interesantísimos, pero este punto en específico resulta trascendental para comprender la relación con el bonsái. Por lo tanto  ¿qué es abrir los ojos o estar despierto?
Según la filosofía budista se llega al nirvana mediante una serie de prácticas rituales, de ejercicio y conducta, pero no debe verse al nirvana como un objetivo o meta que se desee alcanzar a toda costa, sino como el punto de partida que te llevará a transitar el camino, es decir, al aprendizaje constante.
Se debe por lo tanto de dejar de anhelar el pasado, pues este ya no existe más, evitar vivir en la esperanza vana del futuro, inventándonos destinos imaginarios para poder sobrellevar nuestras carencias, por lo tanto se debe fijar la mente en nuestro presente, abrir los ojos y observar nuestra realidad sin velos de ilusiones falsas, el presente es el que importa y en el que el individuo debe prestar todas sus atenciones.
Buda practicó la meditación y enseño a quien lo seguía a meditar, a fijar la mente, a estar en la búsqueda del “Nirvana”, predicó que todo en esta vida es efímero, que debemos desapegarnos de las cosas y encontrar en la paciencia una virtud, característica de la cual se carece en occidente, pues en nuestras sociedades todo es inmediatez, vivimos aceleradamente y buscamos soluciones rápidas e inmediatas.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver todo esto con el bonsái?
El nacimiento del bonsái es incierto y tal vez nunca lo sabremos, ¿Por qué los monjes hace más de dos mil años comenzaron a recolectar árboles para sembrarlos en macetas? Difícil respuesta, algunas teorías afirman que se trataba de arbustos medicinales que eran usadas para curar enfermedades y que al cultivarlos y mantenerlos en macetas dentro del monasterio resultaba más fácil su recolección. Otros creen que viene del culto hacía la naturaleza, hacía los grandes árboles majestuosos y la posibilidad de contemplarlos sin la necesidad de recorrer grandes distancias.
Es muy difícil saber y conocer los motivos del origen del bonsái, y en mi opinión considero intrascendente la respuesta, pues sea cuál sea el motivo de cómo surgió, resulta mucho más importante  las repercusiones que significaron para una cultura y su filosofía de vida. Recuérdese el arraigo que tuvo el bonsái en el budismo Zen japonés.
Aquel que ha estudiado el budismo o lo práctica no le será difícil saber la relación entre éste y el bonsái. Veamos algunos casos para ejemplificar esta relación.
Uno de los postulados del budismo es que todo en esta vida es efímero, al tener el concepto de la reencarnación, la vida solo es el tránsito o la oportunidad para romper la cadena del samsara, buda cuenta la siguiente alegoría:  Imagina que eres una tortuga y que has decidido salir a la superficie, entonces alguien arroja en alguna parte de todo el océano un aro, piensa en la posibilidad que al salir a la superficie coincida y salgas justamente en medio del aro, esa es  la misma posibilidad de reencarnar en un ser humano, y ahora que tienes la suerte de haber reencarnado en uno, no la desaproveches.

La rueda del samsara
Bajo esta concepción existen cosas que ha diario nos preocupan y que en realidad son intrascendentes. Los monjes tibetanos pasan días fabricando tapetes con aserrín pintado, se sientan alrededor y no se levantan en sesiones que duran  días, cuando por fin acaban, lo desasen con las manos, como un ejercicio para demostrar  que incluso los esfuerzos  mentales y físicos más extenuantes no deben provocarnos apegos ni vanidades.
El bonsái es un árbol, es naturaleza, nosotros podemos alambrarlos, darle forma, pero si los sembramos en tierra, en el campo, en menos de dos años será un árbol como cualquier otro en el bosque, estamos frente a una obra inacabada, en algo que también es efímero, ni siquiera árboles tan importantes y famosos como el To ryu no mai del maestro Kimura podría escapar a esta regla, el bonsái es trabajar años y años en algo que en cuestión de semanas podría  volverse un árbol completamente normal.
Masahiko Kimura
La paciencia, el bonsái es sinónimo de paciencia, necesitas años para que un bonsái tenga un modelo definitivo, el que se apresura termina dañando al árbol. En este mundo de ajetreo y prisas, en el que la inmediatez es vista como una virtud, el bonsái es la práctica de la paciencia, nos enseña a no tener prisas, a respetar los tiempos, a comprender el orden que te dicta la naturaleza.
Buda se refirió muchas veces a “despertar”, “abrir los ojos” a no estar “dormido”, cuántas veces hemos visto y admirado los bellos jardines japoneses, pareciera que no está ni una sola hoja fuera de lugar, se  trata simplemente de abrir los ojos, pues estamos tan preocupados de la cuestiones diarias, el trabajo, el dinero, la vida, que olvidamos abrir los ojos, creemos que estamos despiertos, pero no es así, pues si abriera mis ojos y dejara por un momento de pensar en los problemas o vanaglorias personales me daría cuenta que mi jardín tiene una piedra que no debiera estar ahí, sabría que no he barrido las hojas que debía barrer, vería que no he limpiado la entrada ni el camino, y si viera realmente todas esas cosas, haría lo que debo  hacer, y después de eso atendería los siguiente, lo que no he visto, mi familia, mis hijos, yo mismo, pero para eso tendría que dejar de engañarme y abrir finalmente los ojos.
Jardín Japonés
El bonsái es un micro-universo que nos enseña a fijar la mente, el estudio constante de la naturaleza, la observación y la concentración. No es simplemente alambrar, podar raíces, o escoger una maceta, se trata de estudiar el comportamiento de la naturaleza. Del  por qué los árboles se ven más viejos si bajas las ramas. Por qué las copas deben ser  redondas y no en punta. ¿Es una metáfora de la sabiduría? ¿Qué es realmente un árbol?
No debemos imponerle nada al bonsái, debemos estar atentos siempre a lo que él nos quiera decir, debemos fijar la mente como nos aconsejó buda y estudiar a nuestros árboles, no se trata de seguir  pasos o instrucciones como en  una receta de cocina, hablamos de lógica, de sentido común, de observación y  estudio, no existen secretos y recetas mágicas, el gran maestro es la naturaleza misma.
Por esta razón afirmaba que es totalmente intrascendente tratar de averiguar cómo surgió el bonsái, lo realmente importante es que en algún momento, estos monjes chinos encontraron en la práctica de cultivar árboles en maceta, el entrenamiento y ejercicio para cultivar la mente, la paciencia, la vida misma, y que encontraría en el budismo Zen Japonés  su máximo esplendor.
Se podrán decir muchas cosas del bonsái, pero de lo único que estoy realmente cierto, es que cada vez que me acerco a mi bonsái y lo contemplo, ya sea para trabajarlo o simplemente para observarlo, sé que estoy ante algo grande, no son técnicas de jardinería, no es un hobby,  una diversión o  moda pasajera. No, el bonsái es algo más, algo que es difícil explicar con solo palabras, es el mundo entero contenido frente a mí, se trata de un árbol que me moldea a mí y no yo a él, que intenta hacerme un mejor ser humano, aquel que práctica este maravilloso arte sabrá de lo que hablo.

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